Cúcuta, lunes 25May2015 (Félix Helí Contreras Martínez en exclusiva para CúcutaNOTICIAS).- Una realidad que no se puede ocultar, es la deportación y expulsión de colombianos que el Gobierno de Venezuela, viene realizando desde hace muchos años, y actualmente se incrementa ante las políticas que se aplican, queriendo con ello arreglar la situación de crisis que allí se vive.
El desabastecimiento de productos de la cesta básica y otros, son consecuencia de la falta de producción porque los empresarios que no comulgan con las políticas del gobierno actual no tienen los dólares para importar y los oficialistas también sufren con las medidas cambiarias que se aplican para intentar resolver el diferencial cambiario ante la pérdida vertiginosa del poder adquisitivo de la moneda venezolana, el bolívar fuerte, frente al peso colombiano.
Ello ha originado, esta vez, que más colombianos y venezolanos se las ingenien para comprar y pasar a Colombia, toda clase de productos, no exportados legalmente, sino con la venia, la elasticidad de las autoridades del hermano país y el nuestro. El bachaqueo es la excepción y en un territorio binacional lo que se da es un contrabando recíproco de subsistencia, donde no se tipifica una conducta punible que amerite privación de la libertad.
No es burlando los controles que ejercen las autoridades venezolanas, sino que es de público conocimiento que productos de toda clase se venden en Cúcuta, la frontera e inclusive en el interior de Colombia, porque el negocio del contrabando tiene metidos en el cuento a uno que otro funcionario a lado y lado de esta frontera binacional.
Lo más grave, cuando hubo la bonanza en Venezuela muchos colombianos viajaron para vivir allí, trabajar y por el factor cambio de bolívares a pesos, pues alcanzaba para sostener un hogar en Venezuela y mandar dinero y mercado a sus familiares en Colombia.
Actualmente todo a cambiado, y no es la oposición venezolana, la culpable de la crisis que se vive sino el mismo pueblo que mantiene en el poder a quienes empezaron a cambiar la conciencia de los más pobres y humildes, que en definitiva son los que necesitan de las dádivas gubernamentales: son los que ponen los votos en el momento de definir quién es el que manda.
Y finalmente como donde manda capitán no manda marinero, seguiremos esperando, que el precio del bolívar se valorice para así volver a comprar en Colombia y llevar a Venezuela. Y entonces, el Gobierno de Colombia, y especialmente en las fronteras patrias se produzca para exportar y no vivir del contrabando sino de los negocios lícitos amparados por la Constitución y la Ley.
No será fácil que los colombianos que hacían vida por muchos años en la hermana República, algunos presos y otros deportados y expulsados entiendan que hay que contribuir a que Colombia sea acogedora y los reciba para hacer una patria grande, con mejores oportunidades, con trabajo, educación, bienestar y felicidad, y más aún fortalecidos y protegidos por un Dios que tarde que temprano hará posible que vuelva la calma, y cada colombiano libremente regrese a su tierra, para el reencuentro en familia y juntos hacer posible un futuro alegre, donde todos subsistan sin tener que vivir del contrabando. Aún cuando es dificil cambiar, pero por algo, hay que empezar.
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